Ricardo Alfonsín, Gerardo Morales y Ernesto Sanz. |
El tramo final hacia las elecciones internas del radicalismo, el 30 del mes
próximo, promete mucha ebullición. Sanz y Alfonsín confirmaron que no se bajarán
de la pelea pese al consejo contrario que, por lo bajo, deslizan varios
dirigentes de raigambre radical. Mientras no se produzca ese anhelado "pacto de
caballeros", todo indica que el duelo verbal irá in crescendo , como se
evidenció en las últimas horas.
Fiel al estilo radical, ambos pugilistas evitan el ataque directo y frontal;
más sutiles, apelan a referencias tácitas o bien utilizan a laderos de confianza
para decir en público lo que ellos piensan en privado. Ese es el papel que ayer
cumplió Miguel Bazze, operador de ultraconfianza de Alfonsín y presidente de la
UCR bonaerense.
"Es una verdadera infamia", reaccionó Bazze cuando Sanz sugirió que el
alfonsinismo contribuyó al triunfo del radicalismo prokirchnerista en Río Negro,
hace dos semanas. Bazze no quedó allí y aseveró que, en realidad, las
acusaciones de Sanz son "excusas" para bajarse de la pelea.
"Lo que están haciendo [en el sector de Sanz] es instalar una situación que
les permita justificarse porque decidan no competir, lo que es probable porque
saben que van a una derrota segura", lanzó Bazze.
El dirigente refleja el fiel pensamiento de su jefe político, indignado ante
lo que cree que es la nueva táctica de Sanz: apuntar contra la presunta cercanía
de Alfonsín con el Gobierno para atraer el apoyo del votante antikirchnerista en
las elecciones internas.
"No pienso como otros radicales. Este gobierno tiene una matriz corrupta:
mucho dinero, discrecionalidad y pocos controles", dijo Sanz anteayer, avivando
las sospechas.
El mendocino sigue, atento, los pormenores en algunas provincias. En Neuquén,
por caso, el candidato a gobernador Martín Farizano, quien públicamente elogia a
Alfonsín, lleva como compañera de fórmula a Nancy Parrilli, hermana del
secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. En Río Negro la situación
no es tan explícita: allí, el radicalismo K se alzó con la candidatura a la
gobernación porque el alfonsinismo terció en la pelea interna con la postulación
de Fernando Chironi. "Es un absurdo, Chironi nunca tuvo nada que ver con el
kirchnerismo, no así el candidato de Sanz [Bautista Mendioroz], que fue
vicegobernador de Miguel Saiz", asestó Bazze.
Desconfiado, el entorno de Sanz observa que el Gobierno le dispensa un trato
a Alfonsín muy distinto que a él, que se considera el real opositor. Y supervisa
con atención la confección de los padrones para la votación (en manos del
alfonsinista Angel Rozas), posible nueva piedra de discordia.
Laura Serra
LA NACION
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